Sandra Myers

Testimonio | Noviembre 2013

Sandra Myers Brown (1961- ), atleta española, nacida en Estados Unidos. La mejor del atletismo español en 100 metros, 200, 400 y salto de longitud, Nació en Little River (Kansas). Se graduó en Música y es profesora de piano. Casada con el entrenador español Javier Echarri. En 1991 se convirtió en la primera mujer española en subir al podio en unos Campeonatos del Mundo: fue medalla de bronce en 400 metros. Participó en Seúl 1988, y Atlanta 1996

Uno de mis versos bíblicos favoritos es el Salmo 42: "Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, así clama por ti, oh Dios, el alma mía." Es un canto bellísimo, que ha sido versificado en diversos idiomas y por muchos poetas a través de los siglos, entre ellos Fray Luis de León. Se trata de una de las cuestiones más profundas y fundamentales del cristianismo (y seguramente de todas las religiones): La búsqueda personal e íntima de Dios en momentos difíciles de la vida.

Los que hemos practicado el deporte competitivo sabemos que, más que sufrir físicamente, sufrimos psicológicamente. Es cierto que hay muchos momentos de euforia, de alegría y de satisfacciones personales. Pero la misma naturaleza de la alta competición deportiva que proporciona todas estas cosas también conlleva a la desolación de la derrota. O lo que es más difícil de superar aún, la fuerte frustración producida por nuestra incapacidad de superar las lesiones o malas rachas. A veces se siente que cada mala experiencia deportiva deja una huella como rocas que nos vamos quebrantando un poco más con cada golpe de mala suerte.

Los deportistas que finalmente llegan a ser grandes campeones no suelen ser los que más dotaciones físicas tienen, sino aquellos que perseveran y aprenden a superar las dificultades. La vida misma tiene sus momentos tremendamente difíciles, tan difíciles que muchas veces pensamos que no vamos a poder superarlos, como la muerte de seres queridos, problemas en nuestras relaciones familiares o sentimentales, problemas económicos... En estos momentos buscamos a Dios y lo cierto es que no siempre somos capaces de comprender que no nos haya abandonado.

Pero la Biblia está llena de pasajes y versos que nos enseñan a tener fe y esperanza. Es esta misma fe y esperanza lo que nos confortará cuando nos sentimos abatidos y desconsolados. El Salmo 42 es uno de estos maravillosos versos. Fray Luis, en su versificación del Salmo, termina así: "Mas no te acuites tanto; en el Señor espera, ¡oh alma mía"! que con debido canto yo le diré algún día, mi Dios, y mi salud y mi alegría." Con la perseverancia y la fe, seremos capaces de superar cualquier dificultad. ¡Y de vivir una vida mucho más abundante en ilusiones y alegría!


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